Padre, Sacerdote y compañero de los jóvenes
Don Bosco es padre y maestro. Se admira en él una espléndida armonía entre naturaleza y gracia. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo, estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del Espíritu Santo, vivía como si viera al Invisible. Ambos aspectos se fusionaron en un proyecto de vida fuertemente unitario: el servicio a los jóvenes.
Lo realizó con firmeza y constancia, entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso: No dio un paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Todo ello apoyándose en la figura de María Auxiliadora en todo momento.
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